La genética juega un papel importante en el desarrollo del cáncer. Nuestro ADN, que contiene nuestros genes, puede sufrir cambios que se llaman mutaciones. Algunas de estas mutaciones pueden estar relacionadas con la aparición del cáncer.
Por ejemplo, si heredamos una mutación genética de nuestros padres que nos predispone al cáncer, tenemos un mayor riesgo de desarrollarlo. Además, a lo largo de nuestra vida, podemos adquirir mutaciones genéticas debido a factores ambientales o al azar, lo que también puede aumentar el riesgo de cáncer.
Pruebas genéticas somáticas: Estas pruebas se realizan en muestras de tejido del tumor para detectar mutaciones genéticas que ocurren durante la vida de una persona y que pueden contribuir al desarrollo y crecimiento del cáncer. Estas pruebas pueden ayudar a identificar tratamientos específicos para el tumor, como la inmunoterapia.